La Malinche: la Majestuosidad Dormida en el corazón de Tlaxcala, se alza el volcán dormido Matlalcuéyatl, también conocido como Malinche. Este coloso dormido, testigo silente de siglos de acontecimientos, ha marcado el paisaje y la vida de los tlaxcaltecas, convirtiéndose en un emblema que trasciende el tiempo.
La Malinche, Malintzin o Matlalcueye, es un volcán inactivo se asienta en los estados de Tlaxcala y Puebla, a lo largo de 16 municipios en el Eje neovolcánico transversal. Tiene 46,112 ha de extensión con una amplia diversidad faunística (937 especies descritas, decenas de ellas endémicas), como el Chupaflor canelo, el Zumbador mexicano, el Chipe rojo, el Zorzal mexicano, el Murciélago mula, el Saltaparedes, el Enebro azul, el Vencejo nuca blanca y el Mirlo pinto, entre otras.
En sus faldas se pueden encontrar bosques que en esa parte se encuentran encinos y conforme va ascendiendo el camino, se encuentran pinos y oyameles. Más arriba hay pastizales. Sin embargo, su cumbre, que ya no tiene vegetación, a veces se cubre de nieve, como los volcanes más altos, y es teñida siendo una de las zonas más frías del estado de Tlaxcala.
Historia de La Malinche
La Malinche, cuyo nombre proviene de la lengua náhuatl y significa «mujer vestida de azul», ha sido un elemento central en la historia de Tlaxcala. Este volcán estratovolcánico ha presenciado los episodios más significativos de la región, desde las épocas prehispánicas hasta la conquista española. Su imponente presencia fue considerada sagrada por los antiguos habitantes, quienes le atribuían propiedades divinas y la asociaban con la diosa del mismo nombre, Malinche.
También se le atribuye el mito de llamarse así por Doña Marina. Ésta figura nacida hace 520 años recibe un rostro mucho más acorde a estos tiempos, La Malintzin del siglo XVI, una mujer que vivió en circunstancias difíciles y que supo dejar su huella en la historia.
La leyenda de La Malinche, se entrelaza con la historia de la conquista española en México durante el siglo XVI. Malinche, una princesa indígena, se enamoró de Hernán Cortés, el conquistador español. Su papel como intérprete y consejera fue crucial en la caída del Imperio Azteca, pero tras la conquista, Cortés la abandonó, y desolada, buscó refugio en la montaña que ahora lleva su nombre, el Cerro de la Malinche.
La montaña se convirtió en un testigo silencioso de la trágica historia de Malinche, recordándonos que incluso en la majestuosidad de la naturaleza, persisten las huellas de las tragedias humanas. La leyenda se ha convertido en un símbolo de la complejidad de la historia y de las consecuencias inesperadas que pueden surgir de los encuentros culturales y las decisiones humanas.
Importancia Cultural
Para los tlaxcaltecas, La Malinche es un símbolo de identidad y arraigo. En la cosmovisión local, el volcán es un guardián que ha protegido a la comunidad a lo largo de los siglos. Su figura se entrelaza con las leyendas y mitos que forman el tejido de la cultura tlaxcalteca, transmitidos de generación en generación.
La Malinche en la Actualidad
Hoy en día, La Malinche ofrece una experiencia única a los visitantes, que van más allá de la contemplación de su imponente silueta. Cuenta con un centro vacacional con cabañas, instalaciones recreativas y un área para acampar. Es ideal también para quienes practican el montañismo, el campismo y la bicicleta de montaña. En donde los turistas pueden disfrutar de la serenidad del entorno y experimentar la magia de convivir con este coloso dormido.
Este parque tiene como principal objetivo la reforestación para conservar las áreas verdes y a su vez, aprovechar los recursos naturales como arena y madera, además de brindar un espectáculo visual de flora y fauna.
La Malinche, con su historia en las raíces culturales de Tlaxcala, se erige como un elemento que ilumina el pasado y el presente de la región. Al ofrecer servicios como la renta de cabañas en el Centro Vacacional, este majestuoso volcán no solo se convierte en un testigo de la historia, sino en un compañero de viaje que invita a explorar y disfrutar de la riqueza natural y cultural que Tlaxcala tiene para ofrecer.
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